Si bien las estadísticas muestran que viajar en avión sigue siendo la manera más segura de hacerlo, los nervios que provoca estar a más de 30.000 mil pies de altura no son nada sencillos de evitar. De hecho, lo más probable es que en más de una ocasión hayas sentido que el avión en el que estás volando será el último al que te subas y es que hay veces en que las turbulencias nos hacen sudar frío y tomar de la mano al extraño que esta sentado a lado de nosotros.
¿Por qué?
Altitudes mayores a 18.000 pies son sumamente peligrosas para que alguien salga por la puerta así como si nada, ya que es necesario tener oxigeno suplementario a partir de los 15.000 pies de altura, de lo contrario, la probabilidad de perder el conocimiento es alta. Otro factor que te hará pensarlo dos veces antes de saltar, es la temperatura; son por lo menos 30 grados bajo cero lo que congelarían instantáneamente a tus ojos, boca y nariz, además, los pulmones comenzarían a expandirse lo que provocaría que explotaran.
Bueno, ahora supongamos que las frías temperaturas no son un factor; la velocidad a la que se mueve un avión comercial es cerca de 500 millas por hora, lo que provocaría serias lesiones o inclusive, la muerte.
Los motivos antes mencionados son principalmente por cuestiones de seguridad, pero no estamos tomando en cuenta los costos que involucraría poner un paracaídas abajo de cada asiento, lo cual sería bastante o simplemente el peso extra, lo que provocaría reducir el equipaje que tenemos permitido actualmente.